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La Morera (Morus alba) es un árbol que
tradicionalmente se ha usado en la producción de seda, y en Costa Rica ha
tenido amplia adaptación para la
producción de follaje, el cual se emplea en la alimentación de caprinos y
bovinos (Rodríguez et al, 1994; González, 1996). Fue introducida para la
alimentación de las cabras por el Ministerio de Agricultura y Ganadería en 1983 a través de la Estación Experimental El
Alto de donde se difundió a las diferentes regiones del país. Castro 2000.
Es una especie de crecimiento rápido,
perenne, con un sistema radical fuerte, profuso y de rebrotes foliares
vigorosos. (Paoliere, 1970,Tieng-Zing et al, 1988)
La producción de biomasa en explotación
intensiva, sembrada en suelos bien drenados, zonas de alta luminosidad y con
una precipitación media a alta,
muestra rendimientos de biomasa fresca de 70 -119 toneladas/ha/año (Boschini et al, 1998; Espinoza,
1996).
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El follaje de Morera
tiene un contenido de 15 a
25 % de proteína y una digestibilidad in vitro de la
materia seca del orden entre 75 y 90 %, lo que implica una calidad igual o
superior a los concentrados comerciales.
El tallo no
lignificado (tallo tierno) también
tiene una buena calidad nutricional con valores de 7 a 14 % para proteína cruda
y una digestibilidad in vitro, entre 56 y 70 %
(Benavides et al., 1994; Espinoza, 1996; Rojas y
Benavides,1994).
La proteína cruda de las
hojas tiene una digestibilidad in vivo de 90 % (Jegou
et al., 1994). Los contenidos de nitrógeno, potasio y calcio son altos, alcanzando las hojas valores de 3,35, 2,0 y 2,5 % para cada mineral
respectivamente (Espinoza, 1996).
Sing et
al. (1989) indican que la
Morera (Morus alba) tiene 33 % de fibra detergente
neutro, 28,1 % de fibra detergente ácido, 4,9 % de hemicelulosa,
10,8 % de lignina, 19,2 % de celulosa, 2,76 % de nitrógeno y 17,3 % de
cenizas.
Debido a su poca fibra y
alto contenido de carbohidratos el follaje de Morera puede ensilarse sin
aditivos, mostrando un patrón láctico de fermentación, con pocas pérdidas en proteína
cruda (entre 16 y 21 % de PC) y manteniendo entre 66 y 71 % de digestibilidad
in vitro de la materia seca (Vallejo, 1994;
González, 1994), parámetros muy superiores a los ensilajes fabricados con
forrajes tropicales.
Rojas y Benavides (1994)
obtuvieron rendimientos de 2,3 kg/cabra/día cuando
le suministraban Morera a razón del 3,5 % del peso vivo en materia seca y
pasto Elefante (Pennisetum purpureum)
al líbitum. A su vez Oviedo et al(1994) encontraron
rendimientos de 876 kg/lactancia de 300 días en
cabras alimentadas con una dieta compuesta por 36 % de Morera y 64 % de King grass (Pennisetum
purpureum x P. Typhoides).
Por su gran capacidad de
producción y por la elevada
concentración de minerales en la biomasa, la Morera absorbe gran cantidad de
nutrimentos del suelo, pero por ser un árbol con raíces que penetran hasta 4 metros en el suelo,
realiza un traslado de los minerales del subsuelo al suelo, razón por la cual
en la
Estación Experimental El Alto, se encontró que después de
realizar diversos análisis del suelo, éste no había desmejorado en el
transcurso de 20 años. Sin embargo para potenciar su máxima producción de
forraje (biomasa), se ha enfatizado en la utilización de abonos orgánicos
(estiércol y mulch) como fuente de nutrimentos o
usando 480 kg.
de Nitrógeno/ha/año, como fertilizante incorporado
al suelo. Con una densidad de 25000 plantas/hectárea en el CATIE, se han
obtenido 35 toneladas métricas de
materia seca total/hectárea/año utilizando estiércol de cabra como
abono, 20 % más que la obtenida con la misma cantidad de nitrógeno
proveniente del nitrato de amonio y durante tres años se observó un
incremento del 10 % entre años en los rendimientos (Benavides et al., 1994).
Durante el establecimiento se recomienda aplicar 20 gramos de una
mezcla, a partes iguales de NPK (10-30-10) y
nitrato de amonio. También se puede usar 1 kg de estiércol
de cabra fresco/planta, 30 días después de la siembra en lugar del
fertilizante químico. Después de cada corte se puede aplicar entre 0.5 a 1 kg
de estiércol/planta. Benavides et al., 1994
Con el objeto de seguir
evitando el aumento de los costos de producción especialmente con el aumento
de los precios de los fertilizantes, hemos seguido las técnicas aplicadas en
Argentina con el uso de los fertilizantes foliares en la producción de Trigo,
en la cual determinaron que al usar el foliar se reducían las cantidades a
aplicar por hectárea y aumentaba exponencialmente el crecimiento y el
rendimiento productivo, ya que observaron que la planta de trigo utilizaba el
90 % y caía el 10 % al suelo, a diferencia del fertilizante que se tiraba al
suelo donde el 90% lo absorbía el suelo y el 10% le llegaba a la planta. Con esta
perspectiva iniciamos esta técnica de fertilización foliar en la plantación
de Morera de la Estación Experimental El
Alto del MAG, usando un kilo de urea/hectárea/mes en bombas de mochila
diluida en agua, observando un rendimiento similar al obtenido cuando se
usaba fertilizante al suelo, de 25 toneladas/ha/corte de forraje verde.
Otra experiencia interesante es que previo
a iniciar la fertilización foliar se debe enviar una muestra o varias de
suelo de acuerdo como observe la coloración de las hojas de morera a un
laboratorio, para determinar cuales son las deficiencias en cada parte o área
del terreno a fin de que programen el tipo de fertilizante foliar a usar.
Luego con forme la coloración de las hojas que van desde amarillentas hasta
verde profundo (lo ideal) y así podrá determinar, cuanto es el nivel de
fertilizante foliar que debe utilizar, por cada área a efecto de homogenizar
la producción de forraje, sin necesidad de gastar más fertilizante del
necesario.
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